Mauricio Pochettino está matando varios pájaros de un tiro con su llegada al París Saint-Germain: cumpliendo uno de sus sueños, llegando a dirigir a uno de los mejores planteles del mundo y de paso, casi con la certeza de que en el PSG, sí podrá conseguir el primer título de su carrera.
“Entrenar al París Saint-Germain es uno de mis sueños”. Esas palabras las pronunció el técnico argentino en abril de 2016, cuando ni se sospechaba que aquel objetivo iba a convertirse algún día en realidad.
A sus 48 años, el argentino afronta su mayor reto en un banquillo, dirigir el multimillonario proyecto de París, quizá el club con más dinero del mundo, tarea a la altura de su prestigio, no de su currículum.
Porque si Pochettino se ha labrado una buena reputación, su palmarés como técnico no se ha estrenado en ninguna de sus tres anteriores experiencias, algo que tendrá más al alcance de su mano gracias al elenco de estrellas capitaneadas por Neymar y Kylian Mbappé.
Pero, sobre todo, el técnico de Murphy regresa a un club donde triunfó como jugador, aunque poco se parece ahora al que le acogió entre 2001 y 2003.
Entonces abandonó el Espanyol, el club que le había llevado a Europa siguiendo la llamada de Luis Fernández, que buscaba un patrón aguerrido para su defensa.
De aquellos años todavía se recuerda su mentalidad de guerrero, su personalidad de sargento que le llevó a hacerse con el brazalete de capitán de un PSG que jugó la final de la Copa de Francia de 2003 y ganó la Intertoto de 2001.
Esa huella sigue a orillas del Sena y es lo que le ha hecho regresar para sustituir al alemán Thomas Tuchel, junto a la impronta que supo dar al Tottenham entre 2014 y noviembre de 2019, donde sin muchos medios económicos condujo al equipo a la final de la Copa de 2015, al subcampeonato de 2017 y, sobre todo, a la final de la Liga de Campeones de 2019.
Aquella gesta, inesperada, no le dio mucho crédito porque unos meses más tarde los malos resultados del equipo le obligaron a ceder el puesto al portugués Jose Mourinho.
En Londres dejaron claro que Pochettino es uno de esos entrenadores que se preocupa por la estética del juego sin desdeñar el resultado, una tarea que podrá afrontar mejor con las armas del PSG que con las que tuvo en el Tottenham, el Southampton o el Espanyol, que también fue su primera experiencia en el banquillo.
Pochettino podría ser considerado un discípulo de Marcelo Bielsa, que le entrenó en Newell’s Old Boys, donde debutó en 1988 con 16 años y donde en 1991 y 1992 ganó el título, lo que le abrió las puertas de Europa.
Al Espanyol logró salvarlo en 2009 cuando le dieron las riendas de un club moribundo y lo mismo hizo en 2013 con el Southampton, ya que tras evitar el descenso lo llevó a la octava posición la temporada siguiente, la mejor de su historia.
En 2014, fichó por el Tottenham, un proyecto de más entidad que hizo brillar al volver a propulsar al club a lo más alto del continente.
Le faltó rematar aquella final contra el Liverpool, pero su camino hasta esa final de la Liga de Campeones, que se disputó en Madrid, fue una plataforma de lanzamiento para su reputación. Sobre todo, la remontada en semifinales contra el Ajax de Amsterdam, que los aficionados del Tottenham no olvidarán.
Todo eso tendrá que ponerlo ahora al servicio de uno de los vestuarios más complejos del mundo. Lidiar con las estrellas, responder a las ambiciones de los propietarios cataríes, devolver la ilusión a la grada, que la perdió un poco tras la final de la Liga de Campeones del año pasado, dotar al PSG de una identidad de juego que Tuchel no logró encontrar,… Sus tareas no son pocas, pero al fin Pochettino tiene un proyecto con el que poder estrenar su palmarés.