Era el enfrentamiento con el que todo fan, todo jugador y toda persona que haya visto béisbol alguna vez en su vida soñaba desde que se anunciaron los rosters para el Clásico Mundial de Béisbol en febrero.
¿Se mediría Shohei Ohtani – un jugador singular en la larga historia del béisbol – a su compañero de equipo y futuro Salón de la Fama Mike Trout?
En muchas ocasiones, el mundo no nos da lo que pedimos. Pero el martes por la noche, en la victoria de Japón por 3-2 sobre Estados Unidos, las oraciones fueron escuchadas.
Después de otorgarle un boleto a Jeff McNeil para empezar la parte baja del noveno inning, Ohtani logró que Mookie Betts bateara para una doble mantanza. Luego llegó Trout a batear con dos outs y las bases vacías, el momento que el mundo esperaba. En un final de película, Ohtani lo poncho luego de tirarle varias rectas de 100 mph.
Ohtani llegó al torneo reconocido como el mejor jugador del planeta. Se despidió como el Jugador Más Valioso del Clásico del 2023, premio que se sabía ganaría luego de que Trout hizo swing para el tercer strike.
Hacía siete años desde que a Shohei Ohtani se le había pedido cerrar un juego. Su manager en aquel entonces era el mismo que el que tomó las decisiones en esta edición del Clásico, Hideki Kuriyama.
La situación en era igual de apremiante – los Nippon-Ham Fighters necesitaban una victoria para avanzar a la Serie de Japón del 2016. Ohtani se enfrentó a los últimos tres bateadores de los Softbank Hawks después de fungir como bateador designado todo el juego.
En esta ocasión, era por el título de mejor jugador del mundo.