El 30 de abril de 1993 es una de las fechas más trágicas que recuerde el tenis mundial. Ese día, Monica Seles vencía por 6-4 y 4-3 a la búlgara Magdalena Maleeva en los cuartos de final de Hamburgo, cuando en el cambio de lado la tenista nacida en Serbia se detuvo a descansar y beber agua.
Fue ahí cuando recibió una puñalada en la espalda, dejando al mundo del tenis paralizado. Un atentado sin precedentes y que puso en tela de juicio la seguridad en los torneos de tenis.
El autor fue el alemán Günter Parche, un sujeto con las facultades mentales perturbadas y un fanático de Steffi Graf. Precisamente la germana había perdido el número uno del mundo a manos de Seles, quien con 19 años ya había ganado ocho títulos de Grand Slam.
De hecho, el más reciente había sido el del Abierto de Australia, donde la nueva estrella se impuso en la final a su archirrival. Precisamente, una de las motivaciones del agresor estuvo en que no aguantó ver tan triste a Graf por perder ese título y porque quería que la esposa de Andre Agassi recuperara la cima del ranking planetario.
A menos de una semana de que se cumplan 30 años de este triste episodio, el diario Bild informó sobre la muerte de Parche, quien llevaba de 14 años confinado en una hogar de ancianos en Nordhausen, en la zona de Turingia, en el centro de Alemania. El fallecimiento, eso sí, ocurrió en agosto del año pasado, pero se mantuvo en estricto secreto.
“Durante su estancia en la casa, siempre pasaba desapercibido y participaba en las actividades de ocio: tardes de cine, manualidades y lectura del periódico. El personal de enfermería lo vistió, lo lavó. Cuando solo podía acostarse en la cama, había de 20 a 30 minutos de terapia individual. Los horarios de las comidas eran 11:30 (almuerzo), 14:30 (café) y 17:30 (cena)”, detalla el periódico alemán.
La publicación también relata cómo fueron sus últimos días. Señala que ocupaba una habitación individual y que en la antesala de su muerte había recibido cuidados paliativos. El último mes lo pasó en cama hasta que falleció una noche de agosto mientras dormía.
Un cuchillo deshuesador de 23 centímetros fue el que Parche empleó en su ataque a Seles. La tenista se movió levemente hacia adelante, lo que le salvó la vida, ya que el arma blanca penetró dos centímetros en el omóplato, lo que derivó en una lesión menos grave.
Sin embargo, las consecuencias psicológicas fueron devastadoras para Seles. De hecho, solo pudo retornar al circuito 28 meses después del ataque y su ranking no se congeló (solo la argentina Gabriela Sabatini votó a favor de esta medida). Nunca más volvió a ser la misma. Ganó un grand slam más (Australia 1996) y se retiró en 2008 tras ganar 53 títulos, la mayoría antes del atentado.
El atacante fue detenido y enjuiciado. Luego de dos juicios, solamente fue condenado a dos años de libertad condicional por asalto agravado y solo estuvo en la cárcel los meses que transcurrieron entre el atentado y la lectura de la sentencia. Naturalmente esta resolución causó indignación en la tenista.
“¿Qué clase de mensaje transmite esto al mundo? El señor Parche ha reconocido que me acechó, entonces me apuñaló una vez… Ahora el tribunal ha dicho que no tiene que ir a la cárcel por su crimen premeditado. Él vuelve a su vida, mientras que yo todavía no puedo, porque me estoy recuperando de la agresión que pudo haberme matado”, expresó.